En La Riguera de Ucieda tenemos la suerte de recibir a personas maravillosas. A veces vienen buscando descanso, otras vienen a reencontrarse con la naturaleza, a celebrar algo especial o simplemente a desconectar del ruido. Pero hay ocasiones en las que, además de compartir su estancia con nosotros, nos dejan algo que va mucho más allá de una reserva o una sonrisa al despedirse.
Eso fue lo que nos ocurrió hace poco con Elena y Gonzalo, dos huéspedes encantadores que se alojaron en el apartamento La Fuente. Desde el primer momento conectaron con la calma del entorno, con la belleza sencilla de este rincón del valle, y con la magia especial que tiene ese apartamento, donde el agua canta bajito y el tiempo parece ir más despacio.
Al marcharse, nos dejaron un pequeño regalo. Un detalle. Una sorpresa.
Y como ocurre con los regalos que no se esperan, nos emocionó profundamente.
No era algo grande ni caro. Pero sí estaba lleno de intención, de cariño y de agradecimiento. Esos gestos —que no vienen en el formulario de reserva ni se pueden medir en estrellas— son los que realmente nos llenan. Nos recuerdan por qué hacemos esto: porque creemos en la hospitalidad de verdad, en el trato humano, en los sitios que se convierten en recuerdos felices.
Así que hoy, queremos dedicar estas líneas a darles las gracias.
Gracias, Elena y Gonzalo, por vuestro detalle, por vuestra estancia y por haber compartido con nosotros un pedacito de vuestro viaje.
El apartamento La Fuente os estará esperando siempre, con su rumor de agua, sus ventanas al verde y ese silencio que tanto dice.
Y aquí, en esta casa entre montañas, tendréis siempre vuestro lugar.