Brutus y Hulk eran dos perros muy diferentes. Brutus, un elegante podenco con orejas puntiagudas y cuerpo ágil, y Hulk, un encantador mix de yorkshire y chihuahua, vivían felices en el País Vasco con sus dueños, Jose y Begoña. Un verano, decidieron emprender una aventura en Cantabria, alojándose en los acogedores apartamentos Pet Friendly de la Riguera de Ucieda.


La primera parada en su aventura fue la mágica Fuentona de Ruente. Este lugar, conocido por su espectacular nacimiento de un río al pie de una pared de roca caliza, les dejó a todos maravillados. Brutus y Hulk corrían felices entre la exuberante vegetación, mientras Jose y Begoña disfrutaban de la paz y belleza del lugar. Las intermitencias del manantial, que a veces dejaba de manar para luego surgir de nuevo con fuerza, fascinaron a la familia. Cada aparición del agua era recibida con exclamaciones de asombro.
Después, visitaron el Bosque de Secuoyas de Cabezón de la Sal. Las imponentes secuoyas, declaradas Monumento Natural y parte de la Red de Espacios Naturales Protegidos de Cantabria, les hicieron sentirse diminutos ante la majestuosidad de la naturaleza. Brutus y Hulk, aunque mucho más pequeños que los gigantes árboles, exploraban con entusiasmo, olfateando cada rincón del bosque.


No podía faltar una visita al Monte de Ucieda y al Puente Medieval de Ruente. Este estrecho puente de nueve ojos que cruzaba las aguas de “La Fuentona” era una vista espectacular. Jose y Begoña, junto a sus perros, caminaron por el puente, imaginando cómo habría sido en los tiempos antiguos cuando facilitaba el tránsito del Camino Real.


Tras días de aventuras, regresaron a los apartamentos de la Riguera de Ucieda. Con amplios jardines y excelentes instalaciones, era el lugar perfecto para relajarse. Jose y Begoña disfrutaron de tranquilas tardes en el jardín, mientras Brutus y Hulk jugaban a perseguirse bajo el sol. Era evidente que Hulk había conquistado no solo el corazón de Begoña, sino el de toda la familia.
Al final de su viaje, mientras contemplaban las estrellas desde el jardín, Begoña sonreía al ver a Brutus y Hulk acurrucados juntos. Recordaba cómo dudaba al principio sobre Hulk y cómo ahora, no podía imaginar la vida sin él. Cantabria les había regalado momentos inolvidables y reforzado los lazos entre ellos.
Así, regresaron al País Vasco, con el corazón lleno de nuevas historias y experiencias, y con la certeza de que Brutus y Hulk siempre serían sus compañeros de aventuras más leales.
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Espero que te haya gustado la historia de Brutus y Hulk en Cantabria.