Liana y María Nieves vivían con su querida perrita Jara, quien había sido rescatada de una vida llena de dificultades y miedos. A pesar de todo el amor que le brindaban, Jara aún lidiaba con las secuelas de su pasado, un trauma que la hacía temerosa e insegura. Liana y María Nieves, decididas a ayudarla a superar sus miedos, tomaron una decisión: buscarían una compañera que pudiera brindarle compañía y confianza.
Liana y María Nieves vivían con su querida perrita Jara, quien había sido rescatada de una vida llena de dificultades y miedos. A pesar de todo el amor que le brindaban, Jara aún lidiaba con las secuelas de su pasado, un trauma que la hacía temerosa e insegura. Liana y María Nieves, decididas a ayudarla a superar sus miedos, tomaron una decisión: buscarían una compañera que pudiera brindarle compañía y confianza.
Un día, decidieron acudir a la Asociación protectora Tula, en La Roda, Albacete, con la esperanza de encontrar a esa amiga especial para Jara. Fue allí donde conocieron a Mora, una pequeña galga de tan solo seis meses que había sido rescatada tras ser encontrada vagando sola por un camino. A diferencia de Jara, Mora no tenía traumas de su vida anterior, era alegre y llena de vida. Parecía la compañera perfecta para ayudar a Jara.
La llegada de Mora transformó la vida de Jara. Durante casi seis meses, las dos perritas compartieron una hermosa amistad, apoyándose mutuamente. Jara, poco a poco, comenzó a confiar más y a mostrar su lado más relajado y juguetón. Sin embargo, un día, de manera inesperada, Jara falleció, dejando un vacío profundo en los corazones de Liana, María Nieves y Mora.
A pesar del dolor, Liana y María Nieves sabían que su labor de ayudar a los perros abandonados no había terminado. Solo dos meses después de la pérdida de Jara, encontraron a Luz, otra galga necesitada de un hogar. Había sido rescatada por la asociación «Amigo Galgo» en Cádiz, tras ser encontrada perdida en una carretera de Sevilla. Luz había sufrido la pérdida de sus cachorros, que le habían sido arrebatados, pero a pesar de su pasado doloroso, aún tenía mucho amor por dar.
Sin pensarlo dos veces, Liana y María Nieves viajaron con Mora hasta Cádiz para conocer a Luz. Fue amor a primera vista. Luz y Mora, aunque diferentes, congeniaron desde el primer momento. Mora, siempre sociable y desvergonzada, parecía el complemento perfecto para Luz, que era más seria y un poquito tímida. El 23 de julio de 2019, Liana, María Nieves, Mora y Luz regresaron a casa, formando una nueva familia.
Con el tiempo, Mora y Luz se convirtieron en inseparables. A pesar de sus diferencias, jugaron, rieron y se apoyaron mutuamente. Mientras Mora mantenía su espíritu alegre, Luz, con su naturaleza más reservada, también comenzó a mostrarse juguetona y traviesa.
Ese verano, Liana y María Nieves decidieron llevar a Mora y Luz de vacaciones. Juntas, visitaron los apartamentos de la Riguera de Ucieda y exploraron el majestuoso Bosque de Secuoyas de Cabezón de la Sal, una maravilla natural con más de 850 secuoyas gigantes, aunque jóvenes, que se alzaban a 40 metros de altura. El bosque, con su historia que se remontaba a los años 40 del siglo XX, ofreció un escenario mágico para pasear y disfrutar en familia.
Después de esa visita, hicieron una emocionante excursión a la Cascadas y el Pozo del Infierno en Viaña, una ruta espectacular llena de saltos de agua que culminaba en la impresionante «poza del diablo», donde Mora y Luz disfrutaron de un merecido baño. El aire fresco de la naturaleza y el sonido del agua envolvían a todos en una atmósfera de paz y libertad.
La aventura continuó en la costa cántabra, donde Mora y Luz corrieron libres por la playa, disfrutando del mar y el sol. Los días de verano estaban llenos de alegría, y ver a ambas perritas tan felices hacía que Liana y María Nieves se sintieran llenas de gratitud por haberles dado una segunda oportunidad en la vida.
De vuelta en las instalaciones de la Riguera de Ucieda, la familia pudo relajarse y reflexionar sobre su increíble viaje, una historia de amor, rescate y nuevas oportunidades. Aunque Jara ya no estaba físicamente, su espíritu seguía presente en cada nueva sonrisa y en cada carrera despreocupada de Mora.
Mora y Luz continuaron su vida juntas, demostrando que, a pesar de los miedos o las pérdidas del pasado, siempre hay espacio para la esperanza y el amor. Y Liana y María Nieves, con su dedicación a rescatar a perros en necesidad, sabEN que su familia siempre estarÁ llena de nuevas historias, nuevas amistades, y muchas aventuras por venir.